Il Messaggiere - Gisèle Pelicot, de víctima a ariete de la lucha contra la sumisión química

Gisèle Pelicot, de víctima a ariete de la lucha contra la sumisión química
Gisèle Pelicot, de víctima a ariete de la lucha contra la sumisión química / Foto: Christophe SIMON - AFP

Gisèle Pelicot, de víctima a ariete de la lucha contra la sumisión química

Con su melena pelirroja, Gisèle Pelicot se ha convertido en el símbolo de la lucha contra la sumisión química en Francia y en el mundo, gracias a sus decididas intervenciones durante el juicio contra medio centenar de hombres por violarla.

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Esta mujer de 71 años, a quien su marido drogó durante una década para violarla junto a decenas de hombres, es la principal víctima en el mediático juicio iniciado el 2 de septiembre en Aviñón, en el sur de Francia.

Pero, desde el primer día, decidió no esconderse, rechazando incluso que el juicio se celebrara a puerta cerrada --algo a lo que tienen derecho las víctimas de violación--, para que "la vergüenza cambie de bando", dijo su abogado Stéphane Babonneau.

Un lema que retomaron miles de personas que manifestaron en Francia el fin de semana, "en apoyo a Gisèle y a todas las víctimas de violación", y que cruzó sus fronteras a través de las redes sociales.

"Dedico [este combate] a todas las personas, mujeres y hombres, en todo el mundo que son víctimas de violencia sexual. A todas ellas, quiero decirles hoy: 'Miren alrededor suyo, no están solas'", dijo este lunes.

Aunque aún se la conoce como Gisèle Pelicot, esta mujer ya se divorció de su pareja durante medio siglo y violador Dominique Pelicot y se marchó de Mazan, una localidad del sur de Francia donde los acusados la trataron como "un trozo de carne", como dijo ante el tribunal.

Pero la otrora joven tímida que soñaba con ser peluquera y acabó estudiando mecanografía, la abnegada madre que siempre antepuso a su marido, la ahora jubilada aficionada a pasear y cantar en el coro está dispuesta a luchar.

- "Una mujer extraordinaria" -

"Vamos a tener que luchar hasta el final, porque este juicio va a durar cuatro meses", dijo el 5 de septiembre en una aparición pública ante los micrófonos y cámaras de todo el mundo tras librar su testimonio ante el tribunal.

Hija de un militar de carrera, Gisèle nació en Villingen, en el suroeste de Alemania, el 7 de diciembre de 1952 y llegó a Francia con cinco años. Cuando tenía nueve años, su madre murió de cáncer con sólo 35 años.

"Pero en mi cabeza ya tenía 15. Ya era una mujercita", recuerda, relatando una vida con "poco amor". Cuando su hermano Michel murió de un infarto en 1971, a la edad de 43 años, ella aún no había cumplido los 20.

Pero la mujer no solía expresar sus emociones. "En la familia, escondemos nuestras lágrimas y compartimos nuestras risas", explica a sus abogados.

En 1971, conoció a Dominique Pelicot, un joven que conducía un Citröen 2CV rojo y que acabaría convirtiéndose en su marido... y en su verdugo.

Tras varios años de trabajo temporal, se incorporó al grupo eléctrico francés EDF, una empresa en la que desarrolló toda su carrera y en la que acabó como responsable en un departamento de logística de centrales nucleares.

En paralelo, vivía una vida sencilla con su familia, sus tres hijos y sus siete nietos, y un poco de gimnasia, primero en la región de París y luego en Mazan.

Pero el 2 de noviembre de 2020, cuando se enteró de los hechos tras la detención de su marido por filmar bajo las faldas de las mujeres en un centro comercial, su mundo "se derrumbó".

La mujer que decidió abrir las puertas del tribunal "nunca buscó ser un modelo a seguir", según su abogado Antoine Camus.

"Ella simplemente no quiere que todo esto sea en vano", "quiere que las audiencias muestren la crudeza y el horror de la violación", subraya.

Y agrega: Gisèle es "una personalidad que no se olvida, una mujer extraordinaria".

F.Laguardia--IM