Los desplazados de Ucrania temen tener que volver a huir
Cuando dejó la zona de conflicto en el este de Ucrania, Lyudmyla Bobova nunca imaginó que casi ocho años después celebraría su 59º aniversario todavía en un alojamiento de emergencia y bajo la amenaza de un nuevo derramamiento de sangre.
"Nos hemos acostumbrado a vivir aquí, no tenemos elección", dice a la AFP en la puerta de la pequeña habitación que comparte con su marido discapacitado y su anciana madre.
Ahora, con el temor de una posible invasión de las tropas rusas apostadas en las fronteras ucranianas, renacen las alertas de que millones de personas pueden unirse a los ya cientos de miles que, como Lyudmyla, se vieron forzados a dejar sus casas.
Fue en el verano de 2014 cuando Bobova preparó apresuradamente dos maletas y abandonó su región natal de Lugansk, inmersa en combates entre las fuerzas ucranianas y los separatistas prorrusos.
Se dirigió a la segunda ciudad ucraniana Jarkov, la gran urbe controlada por el gobierno más cercana, en el este industrial del país mayoritariamente rusohablante.
A principios de 2015 se encontraba viviendo en una casa prefabricada instalada de urgencia para 500 personas vulnerables con financiación del gobierno alemán.
Se suponía una solución temporal pero, años después, 175 personas, incluidos 70 niños, siguen instalados en ese conjunto de cubículos blancos.
Los años pesan para esas casas: las unidades chirrían, los grifos están rotos y los calentadores de agua se averían con cada vez más frecuencia.
- "¿Adónde iremos?" -
Aunque con poca esperanza, Lyudmyla confía en que las autoridades locales encuentren una solución más duradera.
Asegura que no puede volver a su antigua casa, donde su hijo está enterrado, porque se encuentra en el volátil frente en el territorio controlado por los separatistas.
Con el nuevo aumento de tensiones, asegura que no quiere verse forzada a marchar de Jarkov, a apenas 40 kilómetros de la frontera.
"Teníamos que vivir, por eso huimos. Mi madre todavía andaba con muleta pero ahora es difícil y la salud de mi marido se ha degradado", dice. "¿Adónde iremos?"
El gobierno ucraniano cifra en 1,5 millones de personas registradas como desplazadas en el país desde la anexión rusa de Crimea y el inicio de la guerra en Dombás en 2014. Unos 135.000 viven en Jarkov.
El Consejo Noruego para Refugiados alertó que hasta dos millones de personas instaladas a ambos lados del frente pueden verse forzadas a dejar sus casas si el conflicto escala.
La activista Yevgenia Levenshtein recuerda a los cientos de desplazados que llenaban la estación de tren de Jarkov en 2014 "sin nada, familias y niños, en lágrimas, de las áreas bombardeadas".
Su asociación Fronteras Ucranianas les suministró ayuda de emergencia como productos de higiene, comida, vivienda o trabajo. Ahora vuelven a prepararse para una nueva oleada de evacuaciones, reparando minibuses, reservando combustible y comprando productos básicos.
- "Refugio" -
Algunos de los que huyeron regresaron a sus casas en las autoproclamadas "repúblicas" separatistas a pesar de los combates de baja intensidad que todavía persisten.
Los que se quedaron en Jarkov apoyan con firmeza el bando de Kiev. "Han elegido Jarkov para su nueva vida, es su refugio", dice Levenshtein.
"Están preparados, al menos por ahora, para quedarse y defenderlo. ¿Pero cómo? Es un misterio para mí", añade.
Es el caso de Olga Todorova, a la que todavía se le humedecen los ojos al recordar cómo huyó de Lugansk en tren para evitar los controles viarios de los separatistas.
En su habitación alquilada en un edificio de la era soviética en las afueras de Jarkov, la periodista de 53 años asegura que ya ha decidido qué hará en caso de un ataque ruso.
"Sé lo temible que es, los bombardeos rusos, los morteros o los misiles, pero no nos iremos", asegura.
Su pareja Sergiy Kolesnyshenko, detenido y apalizado por los separatistas, está dispuesto a unirse a las fuerzas de reserva. "¿Cuánto tiempo podemos pasarnos huyendo? Podemos huir, ¿pero para qué?", se pregunta.
H.Gallo--IM