Roman Abramovich, dueño del Chelsea y símbolo de la oligarquía rusa
Roman Abramovich, que se convirtió en uno de los hombres más ricos de Rusia sobre las ruinas de la URSS, es el dueño del Chelsea, vigente campeón del fútbol europeo, pero cedió el sábado la gestión del club, en mitad de la tormenta por sus lazos con el Kremlin.
Este millonario de 55 años, con reputación de tímido, tomó ciertas distancias el sábado con el club de fútbol que posee desde 2003, en un momento en el que el Reino Unido acentúa la presión sobre los oligarcas rusos tras la invasión de Ucrania.
Sin mencionar ese país, Abramovich comunicó que los mandos del Chelsea pasaban a los administradores de la fundación caritativa del club, donde él sigue, según el diario Telegraph, como propietario.
Por ahora, el millonario, que además del Chelsea posee una inmensa residencia en el barrio de lujo de Kensington, en Londres, escapa a las medidas del gobierno británico, que ya congeló los bienes del presidente ruso, Vladimir Putin, y de otras figuras cercanas.
El gobierno británico avisó que contemplaba sancionar a los oligarcas próximos al Kremlin, alimentando así las especulaciones sobre si Abramovich sería añadido a la lista.
- Huérfano -
Primer accionista de la siderúrgica Evraz, con una fortuna estimada por Forbes en más de 13.000 millones de dólares, sus actividades en el Reino Unido son un problema para el gobierno de Londres, presionado para poner fin a los flujos de dinero ruso, en ocasiones de dudosa procedencia, en la City.
En 2018, la prensa británica publicó que su visado de empresario no había sido renovado. Limitó desde entonces sus apariciones en el país, donde podía acudir sin visado gracias a su nacionalidad israelí, obtenida en el mismo momento.
Desde entonces ha recibido también un pasaporte portugués, pero la justicia de ese país abrió una investigación sobre las condiciones de esa nacionalización.
Roman Abramovich forma parte de los empresarios que se enriquecieron de manera fulgurante en los años 1990, tras la instauración de una economía de mercado en Rusia. Ganó así además una influencia política considerable.
Nacido en Saratov (sur de Rusia) el 24 de octubre de 1966, quedó huérfano muy pronto y fue criado por su tío. El joven Roman creció en parte en el Gran Norte ruso y realizó estudios de Matemáticas en Moscú, antes de lanzarse al mundo de los negocios, fundando pequeñas empresas.
Destacó pronto como un empresario de gran olfato. En 1996, el gobierno cedió la mayoría de las acciones del gran grupo petrolero Sibneft por 100 millones de dólares, una fracción de su valor real. Las acciones terminaron en la cartera de Abramovich, que las vendió al gigante público Gazprom por una altísima cantidad.
Del petróleo al aluminio pasando por los automóviles, su fortuna creció con gran rapidez. Financió la campaña de Boris Yeltsin y sus llegadas al Kremlin, donde los oligarcas tejen estrechas relaciones con el entorno del presidente.
Cuando Vladimir Putin sucedio a Boris Yeltsin en el año 2000, optó por la prudencia y tomó distancias con la 'familia' del exjefe de Estado.
- Yate gigantesco -
Escapó así al destino de Mijail Jodorkovski, opositor en el exilio tras estar años en prisión, o de su socio de negocios Boris Berezovski, feroz crítico del poder que fue encontrado muerto en su casa en 2013, en Inglaterra.
Fue recompensado con un puesto de gobernador de la región de Chukotka, en el Extremo Oriente ruso.
Durante un tiempo la primera fortuna de Rusia, fue acusado de actuar en ocasiones con sus operaciones financieras como 'submarino' del Kremlin.
Abramovich, gran aficionado al fútbol, compró en 2003 un club emblemático de Londres, el Chelsea, que desde su llegada experimentó una edad dorada con refuerzos de peso.
Ganó desde entonces cinco ligas de Inglaterra y, sobre todo, sus dos únicos títulos en la Liga de Campeones (2012 y 2022).
Su vida lujosa queda a menudo fuera del alcance de los medios, pese a tener un yate, el Eclipse, de 162 metros de longitud.
Tiene siete hijos y en 2017 se separó de Daria Jukova, fundadora de una galería de arte contemporáneo de Moscú.
Siempre preocupado por su reputación, consiguió a finales de 2021 las disculpas del editor de un libro de Vladimir Putin que escribió la periodista británica Catherine Belton. En él se afirmaba que el presidente ruso supervisó una gran salida de dinero 'sucio' para extender la influencia de su país en el extranjero.
S.Carlevaro--IM