

La aldea indígena de Raoni, un oasis de preservación en la Amazonía brasileña
Incluso sin mapa, es fácil reconocer la entrada a la tierra indígena Capoto/Jarina, en la Amazonía brasileña: en el camino que la demarca, el paisaje cambia radicalmente, de la chatura del monocultivo a la exuberancia de la selva.
Este es el hogar del cacique Raoni Metuktire, el líder indígena más influyente de Brasil. Su aldea es desde hace décadas el corazón de una lucha exitosa contra la deforestación, en una región destrozada por el "garimpo" (minería) ilegal y otros delitos contra la selva.
Remontando el río Xingu se llega a Metuktire, un poblado de 400 habitantes con casas de paja y madera alrededor de un amplio círculo, con una barraca en el centro para los hombres guerreros.
Una casa idéntica a las demás pertenece a Raoni, aunque este líder que se codea con presidentes y ha sonado para Nobel de la Paz vive hoy en una ciudad del mismo estado (Mato Grosso, centro-oeste) para cuidar su salud.
Mientras el "garimpo" y la destrucción forestal avanzan en otras tierras indígenas (TI), la Capoto/Jarina se mantiene libre de desmonte, con apenas 0,15% de su territorio deforestado entre 2008 y 2024, según datos oficiales.
"Yo no permito 'garimpeiros' ni 'madereiros' en nuestra tierra", dijo a la AFP Raoni, cuya edad se estima en unos 90 años. El cacique recibirá este viernes en su tierra al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, a quien reclamará la demarcación de nuevas áreas indígenas.
- "Este territorio es nuestro" -
Los cerca de 1.600 pobladores de la Capoto/Jarina se valen de dos estrategias contra la deforestación: patrullajes territoriales periódicos y concientización de los jóvenes para que no se dejen corromper por el dinero del crimen ambiental.
"Aquí ya tuvimos 'garimpeiros' y ocupación de blancos, pero hemos guerreado hasta expulsarlos para siempre", dice el cacique Beptok Metuktire, de 67 años, pintado con líneas de tintura oscura y ataviado con su "cocar", un ornamento ceremonial de plumas rojas, verdes y azules en la cabeza.
"Les mostramos que este territorio es nuestro", agrega en kayapó, la lengua que todos prefieren usar en la aldea, aun cuando algunos hablan portugués.
Brasil demarcó la Capoto/Jarina en 1984, luego de que Raoni tomara por rehenes a funcionarios de la dictadura militar (1964-1985) para presionar a las autoridades.
Desde entonces, el desmonte aquí es delito, según la legislación brasileña que considera protegidas las áreas indígenas demarcadas.
Con una superficie cuatro veces mayor que la megalópolis de Sao Paulo, el Estado mantiene a salvo la tierra con apoyo de las aldeas.
Estos pueblos son clave para la preservación de la Amazonía: las tierras no indígenas ya perdieron casi 30% de su vegetación nativa, contra menos del 2% en las tierras indígenas delimitadas por el Estado, según la ONG Instituto Socioambiental.
"Las comunidades nos llaman para denunciar y pedir acciones contra las actividades ilegales, y algunas incluso hacen su propio monitoreo territorial", explica Edilson Paz Fagundes, jefe de fiscalización del estatal Instituto Brasileño del Medio Ambiente (Ibama) en Mato Grosso.
"Pero evitamos involucrarlas directamente en las operaciones de desalojo, para protegerlas de represalias de grupos criminales", agrega.
- Paisaje arrasado -
Aun así, muchas TI ceden cada año miles de hectáreas verdes al avance de las actividades extractivas ilícitas.
En la cercana tierra Kayapó (Pará, norte), habitada por otras ramas de los kayapó, existen kilométricas zonas de minería de oro ilegal, según comprobó la AFP durante un sobrevuelo en una avioneta de Greenpeace.
Desde el aire se ven pozos de agua estancada y cráteres inmensos que ahuecan la selva, donde trabajan decenas de retroexcavadoras hidráulicas manejadas por operarios que acampan allí mismo.
En la Kayapó, una superficie equivalente a 22.000 campos de fútbol ya fue destruida por la minería, según Greenpeace, que también denuncia contaminación de ríos por el mercurio usado para extraer oro.
Según Jorge Dantas, vocero de la organización ambientalista, "en años recientes aparecieron grupos criminales muy organizados que invierten en el 'garimpo', como el Comando Vermelho", una de las facciones narco más poderosas de Brasil.
Los "garimpeiros" consiguen entrar a tierras protegidas "captando a líderes indígenas y desestructurando comunidades", agrega.
"Los blancos convencen a algunos líderes indígenas para explotar oro, lo que provoca intrigas e incluso muertes entre las familias pobladoras", detalla Roiti Metuktire, coordinador de protección territorial del Instituto Raoni, que representa a pueblos de la región.
"Cambiarlo es difícil, porque las personas se acostumbraron al dinero del crimen y el territorio ya quedó devastado, entonces tampoco tendrían qué comer", lamenta.
- "Nuestro mundo se va a extinguir" -
Aunque la Capoto/Jarina se mantiene virgen de "garimpo", otra amenaza forestal pesa sobre la aldea Metuktire: los incendios.
"En 2024 tuvimos un fuego enorme que no pudimos controlar", dice el cacique Pekan Metuktire. "Consumió nuestras huertas con alimentos y plantas medicinales".
El calor y la sequía agravaron en 2024 los incendios en Amazonía, que suelen iniciarse por la acción humana, por ejemplo, para abrir espacios para el ganado o la agricultura.
"Cuando era joven, el clima en esta aldea era normal", recuerda Pekan, de 69 años. "Pero ahora el sol quema, la tierra se seca, los ríos desbordan. Si esto sigue así, nuestro mundo se va a extinguir".
La aldea espera soluciones concretas en la cumbre COP30 sobre calentamiento global que Lula da Silva encabezará en noviembre en la ciudad amazónica de Belém.
"Necesitamos que Lula hable al mundo para asegurar el futuro de nuestros nietos", dice Ngreikueti Metuktire, una mujer de 36 años, antes de su trabajo diario en la cosecha de mandioca.
N.Tornincasa--IM