La caza del zorro desata una batalla en la campiña inglesa
Aparecen en un recoveco de un bosque, vestidos con ropas oscuras, decididos a despistar a una manada de perros de caza. En Inglaterra, los "saboteadores" irrumpen en las excursiones de caza para salvar a los zorros de los colmillos de los sabuesos, en un feroz choque de culturas.
"Kermit a Animal, ¿me escuchas?". Desde un viejo Toyota 4X4 a otro, cada uno con su sobrenombre, la radio chisporrotea durante un sábado soleado. Los activistas de la asociación Hunt Saboteurs (Saboteadores de la Caza) entran en acción.
Los miembros de la asociación, activa desde hace 60 años, quieren impedir la caza del zorro, una tradición que a su juicio se perpetúa pese a estar prohibida desde hace 18 años, frente a los cazadores que aseguran realizar sus actividades legalmente.
El objetivo del día: cazadores del club Thurlow Hunt en un pueblo de Suffolk a unos 100 km al norte de Londres.
Equipados con mapas en sus teléfonos, los cerca de 20 saboteadores, se comunican por radio la posición del equipo al que siguen.
Un jinete ataviado con una elegante levita roja hace un gesto de fastidio, al divisar a los intrusos.
Los ladridos se oyen a lo lejos. La cuadrilla y sus seguidores, incluidos niños en ponis, pasan al galope.
Sobre todo "no hay que perderlos de vista", explica Angela Vasiliu, integrante de Hunt Saboteurs.
- Gritos y citronela -
Su primer objetivo es impedir que maten un zorro. Para ello buscan desviar a los sabuesos gritando y rociando citronela para engañar su olfato.
Si sus esfuerzos fracasan, los saboteadores intentan al menos recabar pruebas, en caso de que registraran una ilegalidad.
Gracias unos videos, la justicia multó en 2019 a un miembro de Thurlow Hunt. Las imágenes muestran a cazadores y saboteadores peleándose por los derechos de un zorro el 26 de diciembre de 2017 durante una cacería tradicional del día después de Navidad.
Para cumplir la ley, los cazadores deben seguir el olor de los zorros dejado artificialmente para una cacería ficticia llamada "trail hunting".
Esta práctica comenzó tras la entrada en vigor de una ley en 2004 para limitar la caza, pero varios críticos califican el "trail hunting" de ser una "cortina de humo".
"Siguen cazando zorros", reclama Philip Walters, del grupo Hunt Saboteurs.
Según los activistas, la prueba de que ese día no se esparcieron olores es que la manada desembocó en un arroyo rodeado de espesos arbustos prácticamente impenetrable para los humanos.
El olor puede "desviarse", asegura Thurlow Hunt en una declaración enviada la AFP por Countryside Alliance, una organización que agrupa a los cazadores. El club asegura que "realiza sus actividades de 'trail hunting' en concordancia con la ley".
El club de cacería culpa a "extremistas de los derechos animales" de intrusiones, hostigamiento y "acusaciones falaces".
En 2022, el alto responsable policial a cargo del caso, Matt Longman, reconoció que el "trail hunting" es utilizado para "seguir cazando ilegalmente" y consideró que la ley es inaplicable.
A inicios de año, Escocia prohibió esta práctica y la oposición laborista, favorita en las próximas elecciones, prometió hacer lo mismo en Inglaterra y Gales.
Aunque cada año se dictan decenas de condenas, no solo por la caza del zorro, la Liga Contra los Deportes Crueles considera que "no son representativas" porque la ley hace difícil que los casos lleguen a juicio.
- Sin rastros de sangre -
"Si no tienen nada que esconder, ¿por qué algunos cazadores son a veces tan violentos?", cuestionó Philip Walters.
Saboteador desde hace siete años, Walters explica que ha enfrentado "amenazas de muerte" y recibido cadáveres de ratas y zorros.
Sin ir más lejos, el propietario de un terreno donde se practica la cacería, insulta de pasada al activista.
Según Polly Portwin, directora de campañas de la Countryside Alliance, unos 25 clubes de caza, de los 200 activos los fines de semana, son blanco de los saboteadores, que reivindican 600 miembros activos.
Se queja de que "intentan apoderarse de las manadas". Es "como conducir un coche y que alguien en el asiento de copiloto intente tomar el volante".
Pese a la fatiga, después de horas de correr por bosques y campos con los zapatos enlodados, los saboteadores hacen lo posible para no perder la pista de una manada, que también vigilan desde el aire con un dron.
El tipo de ladrido escuchado a lo lejos les hizo temer que rastreaban un zorro. Luego oscureció y los cazadores se retiraron.
En tanto, los saboteadores celebran con salchichas veganas y brownies, con la sensación del deber cumplido, seguros de que murió ningún zorro porque no observaron rastros de sangre en los perros.
Su satisfacción crece porque dicen haber visto seis o siete zorros ese día.
B.Agosti--IM