Los antimonárquicos británicos también se invitaron al cumpleaños del rey
Desde el balcón del Palacio de Buckingham, la familia real británica pudo ver las consignas y escuchar los abucheos de activistas antimonárquicos, pocos pero decididos, que se invitaron el sábado al cumpleaños oficial de Carlos III.
Cuando todas las miradas estaban en la primera aparición oficial de la princesa Catalina, tras el cáncer que se le diagnosticó en marzo, los antimonárquicos trataron también de atraer la atención.
Con sus banderas amarillas en las que podía leerse "Not my king" (No mi rey), estos militantes republicanos se encontraron con reacciones hostiles de seguidores de la corona.
Pese a esos mínimos momentos de tensión, todo había empezado en un ambiente agradable en el Mall, la larga arteria de asfalto ocre que conduce al palacio real en el centro de Londres.
Pero esas decenas de antimonárquicos trataron de aguar la fiesta en el "Desfile del estandarte" ("Trooping the colour"), un acto protocolario organizado desde 1748 para celebrar los cumpleaños de los soberanos.
Carlos III cumplirá 76 años en noviembre, pero la tradición dicta que se celebren los aniversarios de los soberanos en junio, con una temperatura benigna, pese a que este sábado fue una jornada lluviosa.
- "La monarquía es antidemocrática" -
"La monarquía es antidemocrática, corrupta en la medida en que gastan millones de libras de nuestro dinero en su estilo de vida, interfieren en la política", acusa Graham Smith, director del grupo Republic.
Aunque existe desde hace mucho tiempo, el movimiento, que dice contar con 140.000 seguidores y 10.000 miembros contribuyentes, sólo despegó realmente desde el inicio del reinado de Carlos III, hace poco más de un año y medio.
Aunque sus manifestaciones sólo reúnen a unas pocas decenas de personas, Graham Smith señala que "lo importante es el movimiento y su crecimiento".
Pero la mayoría de los británicos sigue apegada a la monarquía, aunque su nivel de aceptación está más dividido entre los jóvenes.
En la escena política británica, el republicanismo es casi inexistente, pero Graham Smith lucha por un referéndum.
Tras el anuncio de los cánceres que padecen Carlos III y su nuera la princesa Catalina, que el sábado hizo su primera aparición pública del año, la familia real alcanzó mayores niveles de aceptación y simpatía.
"Les deseo lo mejor", "es fantástico que aparentemente les esté yendo bien", afirma Graham Smith, "pero eso no cambia el hecho de que no deberían estar donde están".
Gordon Alexander, miembro de Republic, de 72 años, cree que el país "no necesita un monarca como jefe de Estado".
"No tiene sentido que todavía tengamos una estructura que permita a una persona o a una familia contar con una influencia inmensa", que "no la merece ni por sus cualificaciones ni por su comportamiento", explica.
"El dinero de nuestros impuestos no debería destinarse a acontecimientos como el de hoy", añade su esposa, Isabelle de Zoysa.
- Intercambio de reproches -
Junto a las banderas amarillas de la formación Republic, aparece un gran número de 'Union Jacks', la enseña del Reino Unido, exhibida por "The Royalists", un grupo monárquico que trata de responder a los antimonárquicos.
Su presidente, James Evans, considera "impertinente" que la reunión de los antimonárquicos se produzca tan poco tiempo después del anuncio del cáncer del rey, a principios de año.
Ambos grupos se hacen oír y buscan enmascarar los lemas del otro. Desde su carruaje, Carlos III mira a los antimonárquicos, con sus lemas que dicen que no es su rey, pero los saluda con la mano como a todos los demás.
A esos lemas de "Not my King", los monárquicos responden entonando el "God Save the King" (Dios salve a la rey).
Helen Holmes, una jubilada, explica a la AFP que considera "insultante" "gritar 'no es mi rey' cuando el monarca está en el balcón".
"No vamos a convencer a esta gente, que votarán todos por la monarquía en el referéndum, pero lo perderán", predice Graham Smith.
R.Marconi--IM