Expectación y protestas ante la primera coronación de un rey británico en 70 años
Setenta años después de su madre, Carlos III será coronado este sábado en una ceremonia cargada de tradición y simbolismo, que reunirá a miles de admiradores en Londres pero no estará exenta de protestas de los antimonárquicos británicos.
Fans de la realeza acampan desde hace días en el Mall, la larga avenida en el centro de Londres que conduce al Palacio de Buckingham, para asegurarse un lugar en primera fila desde donde ver el cortejo real.
"Es un momento histórico. Somos muy afortunados de vivir una coronación", afirma Marie Scott, de 52 años, una de las primeras en llegar. Ver los eventos reales en persona no es lo mismo que por televisión, asegura.
Otros, como Mimi Gill, una estadounidense de 43 años fan de la serie de Netflix "The Crown", no solo disfrutarán siguiendo el acto por la pequeña pantalla, sino que lo comentarán en directo en las redes sociales con "fans de todo el mundo".
Y miles de visitantes extranjeros llegarán a Londres esperando disfrutar de la celebración en las calles decoradas con banderas británicas y símbolos reales.
La ceremonia retomará elementos con siglos de historia, como las joyas de la corona, pero se verá modernizada con la participación de mujeres obispos, líderes religiosos de grupos minoritarios y una lista de invitados basada en la "meritocracia", en lugar de la "aristocracia".
También tendrá su parte la temática ambiental, con un óleo de unción vegano y prendas ceremoniales recicladas.
La coronación de Isabel II en 1953, la primera retransmitida por televisión, fue seguida por 27 de los entonces 36 millones de británicos. Esta despierta mucho menos interés, de acuerdo con una encuesta de YouGov de abril, según la cual un 64% de las personas interrogadas afirma no estar interesadas por la ceremonia.
Otra encuesta de la misma firma, publicada el miércoles, indica que un 62% de los británicos respalda la monarquía frente a un 25% que preferiría un jefe de Estado electo, aunque los partidarios de esta última opción ascienden al 40% entre los jóvenes de 18 a 24 años.
Coronado a los 74 años, ocho meses después de la muerte de su madre, a Carlos III le cuesta afianzar su imagen entre las nuevas generaciones, pese a que en sus numerosos desplazamientos se esfuerza en mostrarse cercano y cálido.
También se muestra activo en temas diplomáticos como la guerra de Ucrania y colaborativo en cuestiones sensibles, como la investigación de los lazos históricos de la monarquía con la esclavitud.
Sin contar que defiende con ahínco su pasión de larga data por la ecología. Lo cual no impidió que en sus trayectos se multiplicasen las protestas bajo el lema "Not my king" (no es mi rey).
- Críticas por el coste -
Carlos III, cuyo papel es meramente ceremonial y carece de todo poder político, llegó al trono en un Reino Unido confrontado a múltiples desafíos, desde las aspiraciones secesionistas en Escocia e Irlanda del Norte hasta la grave crisis por el coste de la vida.
"No vivimos la misma vida, ahora mismo mucha gente está sufriendo" por la crisis, subraya Eden Eawit, una londinense de 38 años que lamenta el elevado coste de la ceremonia.
El grupo antimonárquico "Republic" planea una protesta en el centro de Londres el sábado.
Jamaica, país de la Commonwealth del que Carlos III también es rey, afirmó el jueves que quiere separarse de la corona británica.
Y el primer ministro de Belice, Johnny Briceño, afirmó que su país será "probablemente" el próximo miembro de la Mancomunidad que se convierta en república, criticando el papel histórico de Inglaterra en el tráfico de esclavos.
El rey, pese a todo, tuvo algunas satisfacciones, como cuando recibió el jueves a líderes de pueblos originarios de Canadá y Brasil.
Dos de ellos, Uyunkar Domingo Peas y Atossa Soltani, activistas de la Amazonía, le entregaron un tocado de plumas "en reconocimiento por su compromiso con la protección de la selva y el restablecimiento de la armonía entre la humanidad y la naturaleza".
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, figurará entre el centenar de jefes de Estado y gobierno presentes en la ceremonia del sábado, que contará con 2.300 invitados.
También estarán allí los reyes de España, Felipe VI y Letizia. El papa Francisco, que no viajará a Londres, estará representado por el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin.
Como ya ocurrió para el funeral de Isabel II en septiembre, Venezuela no fue invitada, al igual que otros países como Rusia y Afganistán.
Otros, como Nicaragua y Corea del Norte, solo recibieron invitaciones para los jefes de sus delegaciones diplomáticas.
J.Romagnoli--IM