Sudán, país golpeado por la guerra y el cambio climático, enfrenta una escasez de agua
Las crisis se multiplican en Sudán. El país, asolado por una guerra desde hace más de un año entre generales rivales y por los efectos del cambio climático, hace frente ahora a la escasez de agua.
"Desde el inicio [en abril de 2023] de la guerra, dos de mis hijos caminan 14 kilómetros diarios para ir a buscar agua", afirmó a la AFP Issa, padre de familia en el campo de desplazados de Sortoni, donde conviven 65.000 personas en Darfur del Norte.
A la guerra se suma ahora la falta de agua.
El país, cuyas infraestructuras están dañadas por décadas de conflicto, sufre las consecuencias del cambio climático, con una sucesión de lluvias torrenciales y olas de calor infernales, durante las que los termómetros rozan los 50º C.
El 15 de abril de 2023, cuando estalló la guerra entre el ejército sudanés y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR), diplomáticos y trabajadores humanitarios abandonaron el país. Con ello desapareció la ayuda a los más vulnerables.
Es el caso de Sortoni, de donde se fue la organización humanitaria italiana encargada de las estaciones de agua potable en este campo de refugiados, explicó Issa.
Antes del conflicto, la ONU advertía sobre la situación de "alrededor el 26% de los habitantes que caminan más de 50 minutos para encontrar agua, poniendo en peligro su seguridad, en primer lugar las mujeres".
- "Disponibilidad de agua" -
El pueblo de Shaqra, en Darfur, acoge a 40.000 desplazados, para los que no hay suficiente agua, indicó Adam Rijal, portavoz de los desplazados de Darfur.
Desplazados, mujeres y niños principalmente, huyen del sol abrasador bajo la sombra de las acacias mientras esperan su turno para recibir agua.
En Shaqra, "la gente hace cola de 300 metros por agua potable", dijo.
En el Cuerno de África, donde se suceden las sequías, incluso cuando llueve, la situación es catastrófica.
En 2023, fuertes lluvias, seguidas de inundaciones, afectaron a 89.000 personas, según la ONU. Cada año, se cuentan decenas de muertos. El agua de lluvia no se utiliza, debido a falta de soluciones para almacenarla.
Las capas freáticas --acumulación de agua subterránea-- apenas se llenan. Su agua, a decenas de metros bajo tierra, se debe extraer con bombas a motor, que son difíciles de mantener debido a la guerra y a la escasez de combustibles y de piezas de recambio.
Sin estas bombas, "incluso si hay agua, es imposible acceder a ella", confirmó un diplomático europeo conocedor de las crisis sudanesas, y subrayó un verdadero problema de "disponibilidad de agua" en una "gran parte" del país.
El diplomático mencionó el caso de El-Facher. Desde principios de mayo, esta ciudad de Darfur donde viven 1,5 millones de habitantes, la mitad desplazados, es escenario de combates y un asedio.
"Si las FSR no autorizan la entrada de carburante, las estaciones de agua dejan de funcionar. Por lo que no hay agua para muchos" habitantes, declaró.
- "Agua sucia" -
En Jartum, controlada por las FSR del general Mohamed Hamdan Daglo, barrios enteros están sin agua potable.
"La estación de agua de Soba, que abastece a barrios del sur de Jartum, densamente poblados, está apagada", confirmó a la AFP un voluntario de un grupo de barrio de cooperación, que pidió el anonimato.
Aquí, para aliviar la sed y para lavarse, los habitantes compran agua que no ha sido tratada y que es transportada en carreta.
Del otro lado del Nilo, en Omdurmán, periferia de Jartum en manos del ejército del general Abdel Fatah al Burhan, "un corte de corriente provocó la paralización de las estaciones de agua", afirmó un habitante, Adam Hassan, a la AFP.
"Desde hace 17 días, el agua nos cuesta 6.000 libras sudanesas [10 dólares]", declaró.
El agua escasea también en las zonas asoladas por los combates.
En Port Sudan, en el mar Rojo, donde se encuentran las sedes de los ministerios gubernamentales promilitares y también de la ONU, "el agua es un gran problema", confesó a la AFP Al Sadek Hussein, un habitante.
Aquí también, los residentes obtienen agua potable que es transportada en carretas.
"Habría que vigilar la contaminación", advirtió Taha Taher, experto en salud medioambiental. "Pero no se hace", afirmó.
En un año de guerra, entre abril de 2023 y marzo de 2024, el Ministerio de Salud registró 11.000 casos de cólera en diferentes regiones.
"El sistema de salud se desmoronó, la gente bebe agua sucia", resumió el diplomático europeo.
F.Laguardia--IM