Las vidas destrozadas de los familiares de las víctimas del puente que se desplomó en Génova
Los gritos de las personas atrapadas bajo el puente que se derrumbó en Génova en 2018 aún atormentan a las familias, autoridades y socorristas que asistieron al desastre que causó la muerte de 43 personas y cuyo juicio empieza el jueves con 59 acusados en el banquillo.
"La tristeza es infinita, pero no debemos bajar la guardia, porque los juicios en Italia son largos y lamentablemente los resultados suelen ser desfavorables para las víctimas", sostiene Egle Possetti, presidenta del Comité de Familiares de las Víctimas del Puente Morandi.
Se le quiebra la voz al hablar de su hermana Claudia, de su sobrino Manuele, de 16 años, de su sobrina Camilla, de 12, y de su cuñado Andrea.
"Mi hermana estaba feliz, se había casado con Andrea unos días antes. Acababan de regresar del viaje de luna de miel a Estados Unidos", recuerda.
Era el 14 de agosto del 2018, caía una lluvia torrencial, el puente Morandi, un viaducto en la autopista que sobrevuela Génova, clave para los viajes tanto locales como internacionales, se derrumbó arrastrando decenas de vehículos y pasajeros.
Entre ellos Claudia, Manuele, Camilla y Andrea. La tragedia reveló el mal estado de las infraestructuras para el transporte de Italia y el controvertido papel de la empresa Autostrade per l'Italia (Aspi), acusada de no haber dado el mantenimiento adecuado al puente en detrimento de la seguridad.
- Llorar bajo los escombros -
Aspi pertenecía entonces al grupo Atlantia, controlado por la acaudalada familia italiana Benetton, cuya imagen quedó seriamente empañada en Italia. Debido a la presión, los Benetton acabaron vendiendo su parte al Estado, recaudando en mayo 8.000 millones de euros (8.235 millones de dólares).
"Deberíamos habernos disculpado inmediatamente" después de la tragedia, admitió en enero Alessandro Benetton, nuevo presidente del holding familiar.
"Nos sentimos abandonados desde el primer día, por meses nadie nos hablaba", lamenta por su parte Egle Possetti, quien desde la tragedia necesita consultar una psicóloga.
"Me ofrecieron dinero pero no acepté porque quiero ser parte civil en el juicio", explicó la mujer, de 50 años, con el cabello oscuro recogido hacia atrás.
Bajo el nuevo viaducto, inaugurado en agosto de 2020, cerca de donde se derrumbó el pilar número 9 del puente viejo, los niños juegan fútbol o en los columpios, en un parque infantil que pronto se convertirá en un lugar dedicado a la memoria de las víctimas.
"Quedaron registrados para siempre en mi memoria los estridentes gritos bajo los escombros de la gente que pedía auxilio, de los carros aplastados flotando, de los cuerpos de quienes perdieron la vida", confiesa Federico Romeo, de 30 años, alcalde de la zona norte de Génova.
- Barrio aislado -
Cerca de allí, en el barrio de la Certosa, muchos locales cuelgan carteles con "Se vende".
"Casi todas las tiendas históricas cerraron", lamenta Massimiliano Braibanti, presidente del comité de defensa del área.
Los precios inmobiliarios se han desplomado, con pisos de 100 m2 en venta por menos de 20.000 euros, según él.
El distrito permaneció aislado durante más de un año, debido al cierre de las vías para permitir la reconstrucción del nuevo puente, y no contó con las ayudas que obtuvieron los habitantes que debieron abandonar sus casas.
"Siento la necesidad de justicia, de saber que hay un culpable de la muerte de mi hermano, mi sobrino, mi cuñada y otros, y que responderá por sus acciones", sostiene Giorgio Robbiano, de 45 años.
Su hermano Roberto atravesaba el puente con su esposa Ersilia y su hijo Samuele, de 8 años, para ir a la casa del padre en Génova para festejar su cumpleaños. El 16 de agosto Roberto habría cumplido 44 años.
"Murieron por culpa de un puente que no tenía mantenimiento, por gente que especulaba para ahorrar costos e incrementar las ganancias", protesta Giorgio.
Su padre murió en 2021. "Nunca pudo superar el dolor. Y, lamentablemente, no tendrá la oportunidad de ver la cara del culpable que mató a su hijo y a su nieto".
F.Lecce--IM