La Iglesia polaca, "al borde del abismo", opta por la continuidad
La otrora poderosa Iglesa católica polaca ve cómo las misas y los seminarios se vacían y cómo su autoridad moral cae en picado. Los analistas aseguran que la institución se encuentra "al borde del abismo", pero su jerarquía parece ignorarlo.
La elección la semana pasada al frente de la Conferencia Episcopal Católica de Polonia del arzobispo Tadeusz Wojda, conocido sobre todo por sus declaraciones contra la comunidad LGTB, no augura un cambio de actitud, apuntan los observadores.
Wojda, de 67 años, considerado como "un hombre de la continuidad", asume sus funciones además poco después de que el papa Francisco destituyera a dos obispos polacos acusados de haber ocultado las agresiones sexuales de curas contra menores.
La designación de Wojda muestra que "los obispos polacos no son conscientes del momento en que se encuentra la Iglesia" en el país, dijo a la AFP Ignacy Dudkiewicz, un comentarista del periódico católico de izquierda Magazyn Kontakt.
Señales de alerta no faltan.
El número de polacos que se declaran católicos cayó en diez años del 88% al 71%, según el censo de 2021.
Y sólo un tercio de ellos asiste a la misa dominical, un mínimo desde 1980, indica el Instituto de Estadísticas de la Iglesia Católica.
Al menos tres seminarios católicos cerraron sus puertas recientemente y muchos otros atraen cada vez a menos jóvenes. En 2023, hubo 200 ordenaciones de sacerdotes en Polonia, un 50% menos que una década atrás.
Para paliar la falta de párrocos, el obispo de Elk, en la región central del país, anunció que iría a buscarlos en África y firmó un acuerdo para ello con una diócesis de Togo.
El número de bautismos cayó un 40% entre 2017 y 2022 y en las escuelas los alumnos se niegan masivamente a ir a clases de catecismo.
Entre los jóvenes, la figura del papa polaco Juan Pablo II (1978-2005), honrado con centenares de monumentos en todo el país, es sobre todo objeto de memes en internet.
La autoridad moral de la Iglesia, muy vigorosa durante la era comunista, hace tiempo que se vino abajo.
- "Una ruina" -
Wojd sucede como presidente del Episcopado a Stanislaw Gadecki, quien durante sus diez años en el cargo se vio confrontado a la multiplicación de denuncias de pedofilia en la Iglesia.
Para el teólogo Stanislaw Obirek, Gadecki dejó al catolicismo polaco convertido en "una ruina".
"La Iglesia fue abandonada por los propios católicos", afirma Obirek, un exjesuita, que ve a la institución "al borde del abismo" y teme que su nuevo jefe no aporte "ningún cambio".
El descalabro es principalmente imputable a las denuncias de abusos sexuales y a la incapacidad de la Iglesia de enfrentarlos.
Los escándalos de agresiones sexuales llevaron al Vaticano a sancionar a 14 obispos polacos en los últimos años.
"El expediente de los crímenes sexuales no se ha cerrado, apenas ha empezado", dado que aún no incluye los casos de acoso en los seminarios o en las órdenes religiosas, dijo a la AFP Zuzanna Radzik, del semanario católico Tygodnik Powszechny.
La alianza con la derecha nacionalista que gobernó Polonia hasta diciembre es otro asunto espinoso para la Iglesia.
"Durante años, los obispos chantajearon a los gobiernos para obtener beneficios para la Iglesia o para ellos mismos", afirma Dudkiewicz.
Y prestaron su apoyo a una intensa campaña del partido en el poder, Derecho y Justicia (PiS), contra "la ideología LGTB".
El nuevo presidente del episcopado se implicó personalmente en esa campaña.
En 2019, se opuso a la organización de una Gay Pride en Bialystok, alegando que consideraba inaceptable "que se deprave a los jóvenes".
Gracias a su alianza con el PiS, la Iglesia obtuvo importantes privilegios, sobre todo financieros, así como una mayor influencia política y cierta impunidad. La justicia, en muchos casos, mostró reticencias a dar cauce a las denuncias de pederastia.
- Cambio de papel -
Pero eso también es ahora agua pasada.
Para sorpresa de los obispos, solo un 2% de los polacos los consideran como una autoridad moral, según una encuesta Ipsos de 2022.
En las elecciones legislativas de octubre, los polacos "decidieron no solo cambiar el gobierno, sino también modificar las relaciones entre la Iglesia y el Estado", declaró al diario Gazeta Wyborcza el sacerdote dominico Pawel Guzynski.
"Los polacos decidieron que ya tuvieron suficiente de la Iglesia como institución que actúa como supervisor o como sátrapa", agregó.
Para él, la Iglesia institucional "ya no es un elemento esencial del rompecabezas social polaco con el cual los gobiernos deben contar".
Consciente de ello, el nuevo gobierno proeuropeo prometió liberalizar el acceso a la píldora del día después y anunció cambios en la financiación de la Iglesia, así como una disminución de las horas de catecismo en las escuelas.
Para Dudkiewicz, el episcopado debe asumir el concepto de "menos": "menos sacerdotes, menos dinero, menos influencia, menos autoridad".
"Pero por ahora, parece que no saben cómo reaccionar", añade.
I.Pesaro--IM