El cambio climático obstaculiza la prevención de incendios en EEUU, según estudio
El cambio de los patrones meteorológicos causado por el cambio climático están limitando las ocasiones en que se pueden realizar quemas controladas para prevenir incendios en el oeste de Estados Unidos, advirtió un nuevo estudio.
Las quemas controladas son una herramienta para deshacerse de la vegetación combustible con el objetivo de prevenir la propagación descontrolada de grandes incendios.
Pero solo pueden realizarse en condiciones específicas, cuando el sotobosque está o tan seco que podría arder sin control o tan húmedo que no podría arder en absoluto.
El número de oportunidades en que se dan esas condiciones varía en función de la región y del clima, pero en general, suele haber más en primavera y en verano en el oeste de Estados Unidos, la región que cubre el estudio.
Para examinar cómo podría afectar el cambio climático, los científicos de la Universidad de California y de la Universidad Estatal de Washington recurrieron al modelado computacional.
El grupo observó cuántos días al año se dan esas condiciones de quema históricamente, y cómo podría cambiar esto en un escenario de "calentamiento moderado", es decir, en el que la temperatura aumentaría 2 ºC.
Pese a las variaciones regionales, los expertos hallaron una tendencia clara: los días adecuados para la quema están disminuyendo y es probable que lo sigan haciendo.
En la parte sur del área estudiada, el número de días perdidos en las próximas décadas varía entre 15 y 30 al año, y en el norte algo menos.
Actualmente, quienes se ocupan de las quemas controladas "están operando en unas condiciones climáticas y de vegetación que cada vez se alejan más de la experiencia histórica", apuntaron los autores.
Pero, según el estudio, el problema se podría solventar en parte cambiando algunas políticas.
Los autores apuntan que el invierno -un periodo en el que actualmente no se suelen ordenar quemas controladas en la región- podría ser una época adecuada para esa práctica.
El estudio fue publicado el martes en Communications Earth and Environment, de la revista Nature.
L.Marino--IM