Agricultores marroquíes se resisten a dejar sus tierras asoladas por el sismo
Su pueblo es un campo de ruinas y sus manzanos se quedaron prematuramente sin frutos, pero Mohamed Al Moutawak no se moverá de su tierra, vital para él como para muchos otros habitantes de esta zona montañosa de Marruecos destruida por el terremoto.
"Creíamos que el granizo era nuestro peor enemigo, pero ahora tenemos otro: el terremoto, lo destruyó todo", afirma este agricultor de 56 años.
Señala con sus manos terrosas los árboles cultivados de generación en generación por su familia, debajo de las casas tradicionales de piedra y madera pulverizadas.
La cosecha estaba prevista para el otoño. Pero sus manzanas yacen ahora sobre el suelo, y su olor se mezcla con el olor pestilente de un burro muerto atrapado bajo los escombros.
No están lo suficientemente maduras para ser vendidas. Mohamed perdió toda su cosecha y la posibilidad de pagar sus deudas.
En esta zona montañosa de la región de Al-Haouz, al sur de Marrakech, la agricultura y la ganadería a pequeña escala son una fuente esencial de alimentos e ingresos.
"Estamos trabajando duro para recaudar un poco de dinero mediante la cosecha de manzanas, para prepararnos para el inicio del año escolar y poder ayudar un poco a nuestra familia", explica Jamel Ait Bouyahia, de 42 años.
Detrás de él, los niños se divierten saltando sobre colchones sucios.
Walid Aït Nasser, un estudiante de secundaria de 19 años, perdió con el sismo los 80 dirhams diarios (unos 8 dólares) que ganaba en pequeños trabajos ocasionales en el campo.
La sequía ya afectaba a estos pequeños agricultores. El potente terremoto del viernes por la noche los asoló.
Once de los 200 habitantes de la aldea pequeña aldea murieron. Muchos de los habitantes sobreviven ahora bajo carpas.
- Reconstruir -
Aquí ya no hay habitantes atrapados bajo los escombros, a diferencia de otras localidades donde los rescatistas seguían buscando desaparecidos el jueves, seis días después del terremoto que dejó más de 2.900 muertos y 5.500 heridos.
La urgencia aquí es ayudar a los sobrevivientes. Las mujeres clasifican las mantas y la ropa donadas por civiles, los hombres buscan aquí y allá en las casas aún en pie vasos, ollas u otros artículos útiles. Pero la inquietud sobre el futuro es latente.
"El sector más gravemente afectado por el terremoto es el del riego, porque casi todas las tuberías fueron destruidas", lamenta Jamel Ait Bouyahia.
Hay agua en el pozo, pero las piedras bloquean su acceso.
"Hasta que no solucionemos este problema, no estaremos bien", añade Mohamed Al Moutawak, con el rostro marcado por el sol.
El problema del acceso al agua figurará entre los desafíos de la reconstrucción.
Según la Oficina Nacional de Electricidad y Agua Potable (ONEP) en la región de Marrakech-Safi, "las redes de distribución se vieron afectadas en tres municipios, Amizmiz, Moulay Brahim y Talat N'Yaqoub, en la provincia de Al-Haouz.
Para Hlima Razkaoui, directora de Care Marruecos, se debe ayudar a la población "reconstruyendo de forma resiliente e integrando desde el inicio buenas prácticas".
"Cuando se habla de reconstrucción, se habla de esperanza", estima.
P.Conti--IM