La visita del papa, un sueño inimaginable para los pocos católicos de Mongolia
La comunidad católica de Mongolia, con apenas 1.400 personas, todavía está atónita por el viaje del papa Francisco, el primero de un pontífice a su país, y espera que sirva para poner luz a su diminuto pero vibrante grupo de fieles.
La religión fue reprimida durante el periodo comunista en Mongolia, que terminó en 1990. Dos años después, el país estableció relaciones formales con el Vaticano, pero sus fieles católicos nunca pudieron imaginar que recibirían una visita papal.
"Nunca soñamos (...) que el Santo Padre visitaría Mongolia, un país con una comunidad católica muy pequeña", explicó a la AFP Paul Leung, un sacerdote de Hong Kong que ha trabajado en este país encajado entre Rusia y China durante 17 años.
"Mucha gente ni siquiera sabe dónde está Mongolia o qué es Mongolia", afirmó. "Pero ahora nuestros Santo Padre decidió visitarnos, realmente siento que es una bendición especial de Dios", dijo el religioso.
Las preparaciones han sido frenéticas y está cansado, pero a la vez "muy ilusionado".
En su casa de Ulán Bator, la católica Otgontsetseg Dash-Onolt comentó a la AFP que es un "momento de orgullo", considerando especialmente los problemas recientes de salud del jesuita argentino.
"El Santo Padre está visitando un país remoto después de su cirugía", señaló. "Esto significa que viene a nosotros para demostrar que somos una sola unión de hermanos y hermanas".
Su marido jubilado, Khurts Lhamsuren, aseguró que la Iglesia le hacer sentirse "mucho más joven". "Es bonito ayudarnos y compartir", afirmó. "Dios significa amor".
En el centro de Ulán Bator, una pancarta colgada frente a la catedral conmemora el hito. En ella aparece Francisco, flanqueado por dos niños en vestidos tradicionales con un paisaje de fondo de las verdes estepas de Mongolia.
Dentro del Colegio de Cardenales de la pequeña comunidad, el más joven es Giorgio Marengo. A sus 49 años, es un firme defensor de promover el diálogo con la mayoría budista local y asegura que los fundadores de ambas religiones, Buda y Jesucristo, eran "hombres de paz".
- "Una rara oportunidad" -
Esta semana, en la iglesia San Tomás de Aquino, un grupo de fieles se congregaron para una pequeña misa, perturbada por el ruido de unos niños locales que jugaban cerca a la pelota.
Sangaajav Tserenkhand, un sacerdote local, dijo a la AFP que se convirtió desde el budismo tras conocer a un trabajador de caridad católico.
"Le pregunté al padre Kim por qué estaban haciendo eso. Señaló a la cruz y dijo: 'Vine a Mongolia porque Jesús me dijo que ayudara a los mongoles'", explicó Tserenkhand en ese templo, ataviado con túnica blanca y alzacuellos blanco.
"Su respuesta me conmovió de verdad y me abrió el corazón", contó. "Me di cuenta de que Dios es real y de que quiero ser una herramienta de Dios para repartir amor si me deja", afirmó.
En las afueras de la casa de Marengo, mientras los fieles se reunían para recibir el viernes al pontífice, los vecinos gritaban "larga vida al papa".
"Acudo a la iglesia regularmente pero no he sido bautizada", relató a la AFP Khijigjargal Darisuren, voluntaria en la iglesia de Santo Tomás.
"Estoy bastante ilusionada de que una persona de mundo como él venga a Mongolia", aseguró. "Es una rara oportunidad y estoy muy feliz".
A.Uggeri--IM